“Te entiendo perfectamente”, traducción: que te jodan.
“Llevas toda la razón”, traducción: me la suda.
“Nos ponemos ahora mismo con ello”, traducción: me la
pela.
“Lo solucionamos ahora mismo”, traducción: que te den
morcillas.
“Te vamos a dar el mejor servicio, un compañero te atiende
ahora mismo”, traducción: me la sopla.
Les presento el traductor de ESPAÑOL-MAC, MAC-ESPAÑOL.
En el último mes he estado más en la tienda de MAC de la
puerta del Sol que en mi casa, (y sí, salgo mucho, pero no tanto). La razón… la
puñetera mentira de la manzana Macintosh, esa sí es la manzana podrida y no la
del cuento.
Entrar en esa tienda es entrar en la posguerra, cientos de
personas esperando en colas como a la cartilla de racionamiento. Una primera
cola de distribución para derivarte a una segunda de especialización de tu
problema y luego a buscar sitio y a esperar a que digan tu nombre una pandilla
de chavalotes informáticos vestidos con las mismas camisetas, los mismos ipads
en la mano como armas dispuestas a disparar y las mismas caras de freaks.
Tú te compras un MAC porque mola, postureo, pero también
porque alguien se inventó eso de “es que no entran virus” “nunca se estropean”
y sobre todo… “el servicio es lo mejor”, ¿¿el servicio?? Será el que usas para
cagarte en su estampa cada vez que haces cola en una tienda petada de peña.
Horas de espera deseando que digan tu nombre y uno de esos
freaks te atienda con esa sonrisa impostada e importada de América. Cuando lo
has conseguido, empieza la retahíla de frases marketinianas de empresa
americana. El capitalismo hecho poesía. “Aquí estamos para ayudarle”, “su
problema es mi problema”, “lo resolveremos con la máxima celeridad”, “por
supuesto que está en garantía”, “tiene toda la razón caballero”, bla, bla… y
así hasta hacer el soneto más hipócrita de la historia. Tú tienes ganas de
asesinar al menda, pero él sigue sonriendo. Son como soldados en Vietnam, están
entrenados para soportar gritos, insultos, torturas que harían estremecer al
coronel Truman, sin perder la sonrisa.
Su estrategia es retorcida, primero te enganchan con el
móvil y luego te dicen que eso se conecta a tu ipad, a tu ordeandor, a tu ipod
y a tu icloud y a tu itunes y… y así la
manzana va colonizando cada rincón de tu casa, menos la nevera (que esa está
llena de birra). Es como tener un hijo, ¿es un lío no??. Pues tener 4 es mucho
peor coño!!.
Y es entonces cuando viene el rollo de la exclusividad. Tú
pagas más caro porque es exclusivo, pero resulta que a tu lado sentada
esperando a que digan su nombre como tú, hay una choni con el iphone rosa
brillante tuneado con una pegata del Fabric… ¿exclusivo??, pero si hay
agricultores afganos que tienen un iphone!!!. Lo único exclusivo son los
cables, cargadores y demás cacharros carísimos porque sólo, única y
exclusivamente valen para sus Mcmierdas.
Son los inventores de la obsolescencia programada y todos
los que estamos en esa cola con nuestros Mctruños estropeados somos conscientes
de ello. Pero entonces ¿cómo es posible que millones de mongoles hagan colas
inmensas para pagar un cojón de pato por el nuevo modelo de iphone el día uno
de que salga a la venta?. No pueden pagarse el alquiler del mes siguiente y se compran
los zapatos en los chinos, pero en el bolsillo llevan 800 pavos en forma de
manzana.
A veces tengo pesadillas, con un tipo que se ríe de mí con
carcajadas estremecedoras a lo IT el payaso de Stephen King con su PC y su
Android entre las manos, que ha comprado por 600 pavos menos y le funciona de
lujo… y me despierto entre sudores, miro mi Macbookpro entre escalofríos y me
vuelvo a la cama.
Tras tres hojas de reclamaciones y un pollo al estilo
provinciano a tres freakes-encargados-supersonrientes de la tienda estoy
escribiendo este post desde mi Mcbookpro. ¿Cuánto tiempo durará la paz la
tranquilidad? ¿sin tener que ir a esa mierda de tienda??. Mi conclusión es que
lo mejor de Mac es el BigMac señores.
No te pongas así hombre...
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