Tierra de modernos y de abuelos,
territorio latino en algunas esquinas
y hipster en otras,
barrio de fachada más que de puertas para dentro,
fachadas de casas de ladrillo rojo que esconden viviendas
viejunas y húmedas
de techos altos, que son lianas para el frío.
Ventanas que esconden verdades,
crestas que tapan las
bilis y flequillos que ocultan ojeras.
Sus bares nuevos en cada Rincón
y sus modernos viejos o vintage,
que pal caso es lo mismo.
Y hablando de Rincón, en ese y en todos,
un bowl de papas
que se comen a bocaos los hijos de una pareja de modernos con gafa ancha
que pasean con su Mclaren,
mientras sus niños han echado a los yonquis del Dos de Mayo
(con ayuda de
Gallardón),
y han cambiado las litronas por los columpios.
Caminas por sus aceras,
estrechas como las caderas de las modernas,
y sigues el rastro de las heces,
de chuchos customizados
que no cagan,
ponen su grafitti en
las calles
como un joven artista,
de los que conviven en los áticos de viga vista
alimentándose de birra fría y hachís salido del culo de un
marroquí,
con el mismo olor que los grafittis de sus perros.
Un Tesoro de barrio, con Luna
y putas en la Luna,
que sienten Desengaño,
buscan su Estrella,
pero sus vidas se mueven como en
un Barco
del que quieren saltar como un Pez
y que les salven todos los
santos,
San Bernardo, San Ildefonso, San
Bernardino, San Vicente Ferrer, incluso el Divino Pastor, porque el Espíritu
Santo, hace tiempo que no las preña.
Secas por dentro,
como los jóvenes ansiosos de
birra barata del Palentino,
porque aquí los grasabar son más
famosos que los Urquijo en sus buenos tiempos,
o malos, en uno de sus portales
se dejaron el tabaco… y la vida…
Territorio hostil de pijos de
Salamanca y señora de visón en pecho,
que huyen a pesar del olor
cercano a naftalina
de las tiendas de Velarde, llenas
de antiguos secretos,
ropas que han usado rockeras,
chaquetas de soldados alemanes o
marines
que tienen más vida que la Vía
Láctea,
faldas que han subido de medio
lado a las Vespas
o zapatos que han pisado, en otro
tiempo, otras mierdas…
Terrazas llenas de periódicos
domingueros y cafés
donde se mojan las ganas, que
diría Mecano,
me callo,
porque los domingos se habla
bajito
que la resaca es muy alta
como los humos de algunos
camareros,
humos modernos,
(como los tiempos de Chaplin)…
Mala-saña, la cara de algunos,
aunque yo prefiero llamarte
Manuela,
suena a yaya, a hogar, a pueblo,
porque para mí, este es mi
barrio, mi mundo,
mi bar del pueblo con viejos,
vecinos con co-rrala y co-working,
a partes iguales,
chinos de los que saludan,
de los que te hablan,
aunque en sus bocas, Rebeca se
transforme en Lebeca,
un pequeñomicromundo en medio de
la ciudad traicionera,
porque aquí no te traicionan si
conoces lo que pisas,
cacas, pero cacas de tu chuchos.
Soy de Malasaña,
refugio, en tiempos de guerra,
escondite de muchos…
de chuchos,
de modernosdePueblo.
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