domingo, 20 de julio de 2014

EL ÚLTIMO DÍA DE TU VIDA

¿Cuánta pasta os habéis gastado en la sección de libros de autoayuda de la FNAC?? Aunque escondáis de vuestra librería a Paulo Cohelo o Jorge Bucay, todos sabéis que en alguna época de bajona habéis buscado ansiosamente títulos como: “En Busca de la felicidad”, “La felicidad está en tu mano” o “Ser feliz es fácil”. Igual que nunca admitiréis haberos tirado un pedo o votar al PP… nunca admitiréis esto, pero nunca más necesitaréis literatura de autoengaño porque yo tengo las claves.
Alcanzar la felicidad máxima es sencillo, os lo digo después de un exhaustivo, certero, exacto, universal e irrefutable estudio estadístico que me ha llevado a estas cuatro acciones concentradas en 24 horas. FOLLAR, DORMIR, COMER y CAGAR. Sí, y además en este caso el orden de los factores sí altera el producto.
Imaginad el último día de vuestras vidas, el apocalipsis, en 24 horas un meteorito arrasará la tierra, en realidad no tenéis que imaginar mucho, vale cualquiera de los millones de películas americanas que sacan cada año y en los que el final es un fundido de la bandera americana con un beso de los protagonistas. Pues eso mismo, pero sin bandera, porque ya sabéis, aquí lo de sacar el rojo y amarillo da grima y dejas de ser moderno. Volviendo al tema, ¿24 horas y qué haríais??.

Pues para empezar… FOLLAR: con un buenorro o una buenorra, porque como todo el mundo sabe que es su último día de vida y no hay que perder tiempo, es la oportunidad perfecta para que no te den calabazas. No hay tiempo para viajar, desplazarse y buscar a tu novio que está de reunión en Londres o a tu ligue de Ibiza, no. Así que es la baza de los feos, de los bajos, de los normalitos, de los simpaticones, de los buenas personas, la famosa frase: “A follar que el mundo se va a acabar”, nunca tuvo más sentido.
Después de unos polvos salvajes, porque si vas a morir en 24 horas, seamos sinceros, no estás para besitos, abrazos y mariconadas que restan tiempo… estás tan cansado que te duermes como un bebé. Algunos pensarán que DORMIR es una pérdida de tiempo, pero no, dormir unas horas cuando tienes sueño y después de unos buenos “kikis” es uno de los placeres más inmensos que hay, y si encima tienes algún sueño húmedo, matas dos pájaros de un tiro.

Y como 120 de cada 100 doctores aseguran, después de un gran ejercicio físico y una buena sobada, tienes más hambre que un perro chico, así que comes como un reo en el corredor de la muerte, como si se fuese a acabar el mundo (vamos exactamente así. literal). Te dejas de dietas, de lechugas, de guarniciones, de pechuga de pavo y arroz blanco, de barritas energéticas y te vas a por la barra de lomo. Grasa en vena, el bocata de tortilla con mayonesa que hace años que no te comes, la tarta de chocolate que incendia las pupilas de las anoréxicas, un corderazo segoviano… y todo el mundo sabe que un corderazo segoviano en tu cuerpo… no aguanta mucho, así que hay que dejar espacio.

Y aquí viene el último placer vital CAGAR. Sí, absténganse las remilgadas, las repijas petardas, las finolis de pacotilla, las que visten en colores pastel, las princesas, las nuevas reinas, las del barriosalamanca y el Viso, porque todas ellas, señores y señoras… CAGAN. Sí, aunque lo nieguen, lo oculten, lo obvien, lo evadan, lo intenten olvidar o sean capaces de cortarse la lengua o inmolarse antes de admitir en público que lo hacen. Un amigo mío tiene un test infalible, sabe si una tía merece la pena cuando le pregunta: si hubiese una pastilla mágica que te ahorrase el ejercicio de CAGAR (lo pongo en mayúscula porque después de un cordero, en minúscula no tiene sentido), ¿la tomarías??. Si ella responde no, es la mujer de su vida, si responde sí, es alguien que está dispuesta a renunciar a los placeres terrenales, a quedarse más a gusto que un arbusto, sólo por el que dirán y entonces no merece la pena.
Y bien, partiendo de la base de que todo el mundo lo practica y que la cara que se te queda después de CAGAR es de absoluta felicidad, es ineludiblemente la cuarta cosa que completa tu último día perfecto en la tierra.

Y si no están de acuerdo con esta teoría de la felicidad completa, la que sí es irrefutable es la de la infelicidad… porque el peor día de cualquiera sería… echar un mal polvo en ayunas de empalmada (y me refiero a no dormir en toda la noche), comerte un trozo de pizza del día anterior y estar estreñido. Así que sólo por la teoría de los contrarios, mi análisis es ganador.
A todo esto, queridos lectores/as, este es mi último post antes de las vacaciones. Lo que viene a ser el apocalipsis del curro y la llegada al paraíso, más o menos como si un meteorito arrasase mi oficina, pues eso, que me quedan cinco días para abandonarme a la felicidad completa. Y voy a empezar por el punto número cuatro.
PD: Post inspirado en las sabias paslabras de un maestro de la escatología, K.