domingo, 17 de mayo de 2015

VERGÜENCICA AJENA

Hay muchas cosas que avergüenzan en la vida, pero lo normal es no festejarlas. Lo más mongolo del mundo es festejar las vergüenzas. Superado ya lo del cabra del campanario, de denuncia más que de vergüenza… hablo de esas fiestas que dan vergüenza ajena. No voy a dar nombres de pueblos para no ofender al personal. Es curioso, que algo tan tonto, donde naces, y por ende, las fiestas de tu pueblo, algo fortuito y casual en la vida, sea una de las cosas que más orgullo nos hace sentir o más nos puede ofender, sinsentidos de la vida, como un taxista el PP o las gambas con cuchillo y tenedor. 

Antes, un aviso: Todas las fiestas que aparecen en este post no están inspiradas en la realidad, son literal y escrupulosamente reales, existen lojuroporlomássagrado. Mucha gente las ha vivido, yo las he sufrido (currando con un micro).

- La fiesta de la tortilla: Un clásico pueblerino. Encontrarte con una mesa con 4 tortillas tristes tortillas que no se comen ni tres tristes tigres del zoo (y todo el mundo sabe que están muertos de hambre), hechas de alcaparras, chorizo con lacasitos, patata, huevo y mortadela y que gane la más original… no tiene nombre, eso destruir no deconstruir. Una fiesta donde 30 jubilados (mi respeto y envidia para ellos) se traen un mendrugo de pan y se zampan las obras culinarias y el ganador se lleva un trofeo de bronce con una placa dorada donde pone “ A la mejor tortilla de Villarejo de Arriba 2015”. Que posteriormente pondrá encima de la tele del salón, una vergüenza lleva a otra. Una viñeta aderezada de una disco móvil en un descampao donde tres niños con una bici, el borracho del pueblo (que normalmente se llama Patricio o Anselmo) y dos parejas que llevan todo el año en bailes de salón, se mezclan culminando una estampa propia de los desastres de Goya, pero en tonos fosforitos.


La fiesta del pan y del queso. ¿Suena bien no?? vale, pero no cuando consiste en que desde un balcón cuatro mendas y un cura tiren mendrugos de pan y trozos de queso a la gente y una aglomeración de peña, muerta de hambre se pegue por un chusco, llegando a agredir, aplastar, arrollar y meter mano, sí señores, salir de allí sin que te hagan un bombo es misión imposible. Bueno, pues eso, que visto desde fuera, da más vergüenza que tu madre con tres copas cantando en una boda. Si tiras unos bocatas de jamón desde un helicóptero sobre Burkina Faso hay menos hostias, en serio. 

Y hablando de bodas. Las hay muy muy de vergüencica ajena. La celebración del amor, de la comida, del matrimonio (y no me refiero a anchoa y boquerón, ojalá) puede llegar a ser lo más vergonzoso del mundo. Por ejemplo, ¿por qué hacer una boda ibicenca si eres Albacete y no has pisado una playa en tu vida?. O una boda donde pincha tu primo que dice que es DJ y pone la última de Enrique Iglesias seguida de una maqueta de sus colegas “Los eructo radical”. Tampoco hay necesidad de hacer poemas para leer en la iglesia cuando piensas que Alberti, es Alberto en italiano. O poner tempura de verduras en cestita de hojaldre de trufa cuando el cocinero se llama Manolo y el restaurante está a las afueras de Villaverde de Abajo, si allí clavan el cordero, no arriesgues anda. O llevar zapatos forrados con la misma tela del vestido y de los tocados. De verdad, un tocado es lo que llevan en Ascott, las flores de los chinos son sólo para el día de todos los Santos y dan Asco.

Las fiestas donde eligen a damas y damos de fiestas. Esas son muy fuertes, porque por pura estadística si el pueblo es pequeño habrá poco donde elegir y lo de que el tuerto es el rey en el país de los ciegos a veces es literal. He visto a una bizca dama de fiestas. Mi respeto a los bizcos, pero si se trata de belleza… yo nunca participaría en un concurso de altas porque mido 1,63 o de vascas porque soy maña, en fin, hay que conocer las limitaciones propias. El panorama masculino es peor, habría que amordazar a las madres cegadas de amor por sus hijos que se empeñan en que sean damos y no, señora, lo siento, no vale pa eso. Igual le puede apuntar al concurso de la patata más gorda y lo peta.

Fiestas taurinas. Reconozco que éstas las he practicado, pero hay que tener medida señores. Son fiestas donde se bebe tres días seguidos, 24 horas al día y pierdes los papeles, la virginidad, la dignidad y hasta las bragas y luego una tiene que volver a la oficina de hacienda del Ayuntamiento donde curra el resto del año, a hacer la declaración de la renta de Pepe, después de haberle hecho una mamada en la puerta de ese mismo Ayuntamiento a las 4 de la madrugada.



Fiestas de motivos ridículos. A ver, no hay que ponerse intenso con los nombres de las fiestas, la fiesta del Bosón de Higgs no mola, pero tampoco más simple que un ajo. Me refiero a la fiesta de la rama o del palo, sí existen señores y ¿en qué consisten??. Pues en llevar una rama en la mano y un palo, así de sencillo, ¿de verdad hay que hacer una fiesta de eso??. Los únicos que pueden hacer una fiesta tan ridícula como el día de la marmota y petarlo son los americanos. ¿Que por qué? pues por la misma razón que hacen una mierda de hamburguesa de McDonalds y se convierte en delicatessen mundial, por lo mismo que tienen a negros que cuelan una pelota de basket a 20 metros moviendo un sólo dedo o hacen que el final de Lost sea lo más visto del mundo. Nosotros intentamos imitarlo y nos sale un final como el de Resines en los Serrano. 

La fiestas regionales y sus trajes regionales. ¿Qué depravado fetichista inventó los trajes regionales??. El moño apretao, pendientes que te arrancan las orejas, pololos… Trajes donde una tipa se pone faja o dos ensaimadas en la cabeza. El único que favorece es el de gitana y como peses más de 60 kilos pareces una morcilla. De nuevo los americanos dando una lección, ¿de qué se disfrazan ellos? pues de cowboys, y eso mola. ¿A quién te tirarías una noche a un tipo vestido de baturro o a John Wayne??.


Dejarse de festejar la vergüenza señores, mentando a un sabio amigo, si quieren una buena fiesta… pues tiren de ésta.