domingo, 20 de septiembre de 2015

EL CIRCO DEL ARTE

Algunos van al circo… yo prefiero una exposición de arte, me pilla más a mano, la entrada es gratis y el espectáculo… muy parecido.

Están los domadores y los leones, están los de la taquilla y los equilibristas, los que tiran cuchillos y los que se ponen delante arriesgando su jeta. Comisarios y artistas, no doy pistas… ahora adivinen quién es el pringao y quién lo peta. 
Hay colorines, truños del tamaño de un elefante, y elefantes en forma de truño, maravillas mágicas que te dejan con la boca abierta, bocas hambrientas… Porque hoy día el catering se ha reducido más que un Pedro Ximénez, con suerte te bebes un Don Ximón y si te quedas con hambre, te cenas antes un Urroz, con leche o con pollo. Tú te agachas y yo te follo. De poner el culo, de eso aquí, muchos saben.

Comienza la función: (SONIDO DE TAMBORES… Trrrrrrrr) El primer espectáculo el de los artistas, unos leones, allí salen los pobres, a subirse en una banqueta como la cabra de la legión, a bailar al son del látigo del que paga, o del que no paga que es peor… acaba el número, el domador sonríe, el león ruge, pero muy bajito, y el público aplaude esperando el siguiente numerito.

Es cuando vienen las bailarinas, brillantes, ayudantes… esas que recorren muchos circuitos, aspirantes a artistas, groupies de ellos y no del arte. Las hay que quieren pasar a la historia inmortalizadas en una obra, que menean el culo por la pista, que se atusan, que aspiran a musas, sin pisar la misa y aquí hay que saber de qué va esta religión, hay que decir Amén, que no Amen, que una tilde o la M por delante te convierte en amante… y no del arte. 

Es la hora de los contorsionistas… esos artistas que se menean por la arena, culebrean. Los que ponen una mano en el hombro y a la vez hacen el pino y con la otra una paja, los que meten tripa y llevan faja. Los que comen la oreja a las galeristas viejas, los que viven del cotilleo, del qué dirán, los que quieren estar. Los que se venden y se doblan y se meten en una maleta, los de las tretas. Artristes prefiero llamarlos más que artistas, los contorsionistas.

 


 Y después de la tensión… llegan ¡¡¡los payasos!!! ¡¡¡las risas!!! que retumban en un eco continuo en la sala, donde nadie se entiende, sólo se escucha un murmullo constante, festivo, eterno. El festival del humor, de la felicidad extrema, del somos guays, del creamos, pero no nos creen, del quiero vivir de esto…, pero por el camino muchos mueren.

Aparecen los elefantes, grandes, vetustos, inmensos, viejos coleccionistas, esos que se pasean con sus barbas. A los que le sigue una corte de plebe hambrienta, los que juegan con el sustento, los que caminan lento. Observando obra por obra, cuando lo que les importa es lo que les sobra. La pasta, la inversión, nada del sentido de la obra, a la mierda los cuentos, busco cuentas, tú no me rentas.

Y ningún espectáculo es nada sin magia, la que tiene el arte y quien lo crea, la magia de la obra y de su artista, del trabajo, de la idea. Pero dejémonos de historias bonitas, eso en el cine no en el circo, aquí se busca la sangre, el truco final… (SONIDO DE TAMBORES) trrrrrrrrrrrrr… 

 
Y consiste en que el artista vende su obra a un señor con traje Armani y su esposa rubia, se llama Fany. El artista y el público se emocionan, las gradas gritan y bullen de ilusión, el galerista se frota las manos y entonces es cuando… TACHÁÁÁÁNNN… El dinero o no aparece o se queda en el camino, ¿en otras manos? ¡¡se esfuma!!. Público y artistas abren los ojos, fascinación en la pista, ¿dónde está el dinero? ¿qué ha hecho con él el mago?, ¿o el galerista? ha volado como la paloma… debe estar en el MOMA.


¿Han disfrutado del espectáculo??, ¿les ha gustado??. Un circo más donde los payasos ríen por fuera y cuando se quitan el maquillaje lloran frente al espejo. La próxima vez que vayan al circo, o a una expo, sean conscientes. No se escandalicen por un vaso medio lleno o medio vacío cuando lo que importa es lo que hay dentro, que el agua está envenenada.