domingo, 28 de julio de 2013

¿¿BARRIOS DE ACCIÓN O DE FICCIÓN??

Imaginen dos escenas:
La primera: la policía esposando a una prostituta, mientras dos niños juegan a la pelota en una plaza a dos pasos de la Gran Vía, donde un hombre sesentón se acerca a la terraza para venderte su poesía por una moneda, que nadie le da, y te muestra las arrugas mientras se despide regalando una sonrisa de decepción.


La segunda: dos niñas, rubias, vestidas de azul celeste corren riendo hacia un atractivo tipo canoso, su padre, que curiosamente lleva mocasines a juego con el vestido de sus hijas, avanzan sobre una calle perfectamente pavimentada, en tonos pastel, que contrastan con el capó negro de un Land Rover aparcado, donde se reflejan las nubes que dejan paso a un sol que dora la piel de la familia formando una estampa perfecta.



¿Con cuál se quedan??? Barrios de acción o de ficción. Barrios de cabellera rubia dorada o de putas y lluvia dorada. Cuando caminas por los Pozuelos, Boadillas y Villanuevas, porque allí todo es nuevo, descubres que la ficción es facilona, sin estampas que manchen la retina y el vestido nuevo de domingo. Ves una vida que viste holgada de beige y con fular a juego, una vida de mechas y aire acondicionado. Con avenidas idénticas de cartón piedra, con franquicias clonadas, como Dolly…. porque también hay ovejas, de las que piden Mac menú y no comen hierba. Esa se la fuman en el centro y ellos se quedan con sus Macs nuevos, alimentándose de la manzana, que más que prohibida es prohibitiva. Siempre me han gustado más los tiros y las hostias en una peli, que las sonrisas con un diente que brilla. Soy de Chuck Norris y no de Disney, porque los ratones no hablan, corren, se esconden entre la mierda, asustan. Como asusta la vida a veces y otras te abraza y reconcilia.




Me gustan los barrios pisados, donde la vida se viste apretada y sale a la calle a lucir palmito, 

a provocar con la crudeza de la hambruna, 
con el asco de la suciedad matutina dominical, 
con la fuerza de un hombre sujetando una muñeca inocente.



No me gusta la vida de videojuego, de consola y con consuelo, prefiero sin techo y pisando el suelo… sucio… desgastado, no de azulejo nuevo. 
Una vida con mirada desafiante, que reta a la felicidad glaseada e irreal de lo prefabricado, 

del ladrillo rojo con piscina a conjunto, del extrarradio.
Porque por esos lares la vida no pasea, 
no mueve las caderas, sólo huye, 
se esconde tras una valla de arizónica y un jardín recortado, como las barbas.
En mi barrio, las barbas crecen, 
como le crecen pelos a la vida, que no se depila, 
que no se abochorna… 
y se gusta tanto, que a veces… 
se sienta en un banco a verse pasar. 

domingo, 7 de julio de 2013

MADRID DESDE EL AIRE... TERRAZAS...

Ayer estuve en Madrid, pero en otro Madrid, ese que sólo se ve desde el cielo. Las terrazas de Madrid. Como quien se sube a una noria para pasar la tarde… y comprueba que es más que una diversión, que un pasatiempo, una nueva cara de la ciudad se abre a tus ojos. Como una fiesta clandestina, sólo para privilegiados, los que tienen el santo y seña, y los santos aquí arriba están más cerca. 


Desde arriba la felicidad campa a sus anchas. No tocas el barro, las putas de la calle Luna, de Estrella vuelan. Ellas intentan estar más cerca del cielo pisando con sus tacones los astros, pero hasta que no te subes a un balcón, a una azotea, no te olvidas de su propia miseria. 
La grisura del asfalto se vuelve multicolor cuando alcanza el cielo. Terrazas azules, amarillas, llenas de flores, de sillas de madera… Abajo, los bancos son de piedra y las flores… desfloradas hace ya tiempo, se marchitan en Desengaño a veces, por el verano y a veces, por el veneno…
No hay ruidos, desaparecen, son devorados por las ventanas y las paredes del primero, del segundo, del tercero y cuando llegan al quinto, han cambiado su nombre como un refugiado, se llaman de otra forma, ahora son Don y Doña silencio.
La cerveza sabe más rica arriba, porque la tomas por encima del hombro, porque la saboreas altiva. 




Te mides con los gigantes, la Torre de Madrid, el enchufe de Colón, la Torre Picasso, las Kio, achicas un ojo y las rozas con tu dedo, pequeñas, a tu altura por fin, aunque no hayas pisado esas torres ni en sueños. Mientras los ejecutivos las desgastan, tú por fin, las ves a tu lado, te mides con ellas, con ellos…

Arriba estás escondido, nadie te ve, pero tú lo ves todo, a todos… creas tu "Ventana Indiscreta", observas…, la rutina de una familia frente al reality de su vida, una pareja que se mete mano en el sillón, comiendo a bocados palomitas furtivas, porque las que mejor saben son las que se escurren entre la entrepierna y entre bocado y bocado... Las piernas morenas de la vecina de al lado, tumbada, retando al sol a ver quién aguanta más, pero sin mirarle a los ojos, un juego cobarde que como siempre, acaba untando crema… así las cosas pasan más fácil, sin estreses, sin dolor, sin pena…

Tiras cosas desde arriba y cuando llegan al otro mundo, al subsuelo… se rompen, como la realidad y las promesas. La vida mola más desde arriba señores, a no ser que te quedes ciega… ya saben, gafas de sol, una buena crema, compañía y si todavía cabe… invítenla a ella, la felicidad… que es de altas miras, de acueductos de norias y nubes, y ferias, acampa solo en las terrazas cuando no la llamas, ella trepa hasta tu azotea.